El encierro del ave

fotografía-Asoc Muj Azahar 2000 Hornachuelos
fotografía-Asoc Muj Azahar 2000 Hornachuelos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos . . . eran sus palabras la primera vez que soltó mi mano. Mi primera sensación de  libertad  al andar sola durante los cinco segundos que mi trasero tardó en tocar el suelo de golpe provocando mi llanto. No tengas miedo mi niña, me susurraba tendiendo su mano para volver a levantarme. A veces, es necesario caerse.

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos . . . Me decía mientras yo avanzaba por el pasillo oscuro nuevamente hacía mi cama tras levantarme corriendo por el susto provocado por la pesadilla de mis sueños y la oscuridad de mi habitación. No tengas miedo mi niña, el negro solo es un color más, no  esconde nada. Me tranquilizaba con sus palabras.

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos…  marcaba con palmadas al ritmo que mis pies impulsaban los pedales. Poco a poco iba cogiendo velocidad, sintiendo  como el aire hacía no solo volar mi pelo  sino también mi valentía. Al menos, durante los treinta segundos que mi rueda delantera tardó  en saltar un bache y mi codo sufrir el peso de mi cuerpo al pasar por encima de la bici y aterrizar. No tengas miedo mi niña, me sonreía acercándome nuevamente la bici. Los baches, hay que superarlos.

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un de . . . cantaba  mientras me acompañaba a la puerta de lo que sería mi segundo hogar y mi segunda familia.: mi Colegio y mis compañeros. El largo pasillo que separaba la entrada principal de la entrada de  clase provocaba mi miedo a lo desconocido; al recibimiento de aquellas nuevas personas en mi vida que me apartaban del lado de mi protectora. No tengas miedo mi niña, me animaba a unirme con el resto de los niños. La amistad, es muy importante.

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos . . .  podía leerle en los labios despidiéndose  desde las vías del tren. El tren que me trasladaba a la forzada madurez: la vida universitaria. No tengas miedo mi niña, es hora  de que empieces a volar. La independencia, te hace libre.

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos . . .  su grito de guerra para ayudarme a recoger todas la maletas y  acompañarme en la mudanza a mi nuevo hogar, en mi nueva ciudad, mi nueva vida. Se le cayeron dos lágrimas a ver mi cuarto vacío. No tengas miedo mamá, porque yo no lo tengo. Le dije al desprenderme de sus brazos y soltar sus manos. Esas manos que habían ido forjando mis alas, pluma a pluma.

 

 

Un pie delante y otro detrás. Un, dos, un, dos . . . me repetía una y otra vez ordenando a mis temblorosa piernas  que  aceleraran la velocidad y no dejarán de avanzar hasta llegar  al portal de casa. Ellos cada vez estaban más cerca. Sus risas atormentaban mis pensamientos. Me acorralaron en la oscuridad. Cortándome el paso, privándome de mi libertad, atenuando mi valor, burlándose de mi coraje, despojando mis alas. Me hicieron pequeña  y débil. Cerré los ojos con fuerza  mientras una multitud de lágrimas brotaban de ellos. Lo siento mamá, ahora sí tengo miedo.