Hay ocasiones en las que me siento sola, y necesito inventar personajes que me arropen. Otras, en cambio, siento que hay demasiada gente a mi alrededor y huyo hacia el cobijo de la soledad que tan solo mi bolígrafo y mi papel me aportan.
A veces no me gusta la realidad que me rodea. No me basta con la rutina diaria, no me conformo con lo que la vida me ofrece, y siento la necesidad de crear una a mi gusto. Una en la que sienta la total libertad de regirme por mis propias reglas, de tomar todas y cada una de mis decisiones, de ser yo quien mueva los hilos.
Hay momentos en los que siento que nadie me comprende y me refugio en mis letras hasta comprender que no necesito que nadie me comprenda, sino comprenderme a mí misma.
El tiempo corre demasiado y sé que solo el escribir hace que éste se pare y los segundos dejen de avanzar.
Escribo cuando estoy triste, contenta, feliz, frustrada, nerviosa, enamorada . . .
Si me preguntas por qué escribo . . . Escribo por muchos motivos, aunque a veces, no necesito ninguno. Simplemente me nace de dentro y no tiene explicación alguna salvo la de sentirme bien conmigo misma.